“Me voy a encargar de que esta persona no salga”, advirtió ayer el abogado Gustavo Carlino. Se refería a Raúl Enrique Álvarez, el hombre que atropelló con su auto Volkswagen Bora a Joaquín Mariano Toledo, el domingo a la mañana, en la esquina de las avenidas Alem y Mate de Luna. La víctima murió en el acto, luego de que el impacto le destrozara la cabeza. El martes, la Justicia ordenó la detención del conductor.
Toledo era un abogado de 28 años, estaba casado y tenía una hija de un año. Jugaba al fútbol en el mismo equipo de Carlino, quien se hizo cargo de la querella junto al letrado Héctor Matías Brito. “Joaquín era un chico excelente, un amigo y un hermano para mí”, expresó Carlino con tristeza, tras informar que el conductor del auto que lo atropelló se encuentra detenido. “El juez de Instrucción Víctor Manuel Pérez ordenó su detención por pedido del fiscal Diego López Ávila, que caratuló el hecho como homicidio simple con dolo eventual”, señaló.
Carlino dijo que el domingo a la mañana Toledo regresaba de una reunión familiar, junto a un amigo. “Habían caminado hasta la avenida para buscar un taxi. A esa hora ya andaban los semáforos, Joaquín miró y cruzó recién cuando vio que estaba en rojo. Pero el conductor del Bora no frenó y lo atropelló”, relató el abogado.
“Imaginate a qué velocidad habrá ido que el accidente fue en Alem y Mate de Luna, y el auto fue a parar a la San Luis”, advirtió el querellante. Según sus palabras, en el auto iban Álvarez y dos mujeres, pero estas últimas se bajaron y se alejaron del lugar después del siniestro.
El profesional manifestó que hay testigos que aseguran que unos 500 metros antes del choque, el conductor del Bora habría desafiado a otros automovilistas a correr picadas.
De acuerdo con su relato, Álvarez no sólo circulaba a excesiva velocidad sino que habría estado consumiendo bebidas alcohólicas. “En el auto se encontraron varias botellas y el test de alcoholemia le dio positivo”, remarcó, aunque este dato aún no fue confirmado por la Justicia.
El conductor del vehículo declaró el lunes ante López Ávila. Fuentes tribunalicias dijeron que Álvarez contó que el semáforo no estaba en rojo cuando cruzó, que Toledo iba corriendo por la avenida y que un automovilista que circulaba adelante suyo consiguió esquivarlo, pero él no pudo y lo atropelló. Los testigos relataron que la cabeza de Toledo dio de lleno contra el parabrisas del Bora, que terminó seriamente dañado. El golpe brutal le provocó lesiones gravísimas en el cráneo, que le causaron la muerte en el acto.